El pazo del caballero

 


Atravesando pueblos, prados y caminos rurales, llegamos a los altos muros de este pazo del siglo XVIII. Uno más de esa época en la Galicia rural donde los pazos estaban estrechamente ligados al creciente desarrollo de la hidalguía, un grupo social establecido entre la nobleza y el campesinado.
Las familias hidalgas obtuvieron importantes rentas y beneficios económicos ejerciendo un papel de intermediación en la explotación de las tierras de la Iglesia, que eran trabajadas por los campesinos.

Donde ahora se ven explotaciones forestales en masa, probablemente fueran tierras de pasto y ganado pertenecientes al pazo. 

Por lo que pudimos averiguar, la posesión equina estaba muy arraigada a las antiguas generaciones que han vivido en este lugar, manteniendo aun sus cuadras y extensos prados, donde aun pastan varios caballos que custodian las inmediaciones del pazo.

Una vez dentro, es como una cápsula del tiempo. A pesar del deterioro y su estado de abandono, se conserva todo el antiguo mobiliario, además de un montón de documentación, libros, cartas y revistas de la época, donde se puede percibir la inquietante vida pasada que tenían estas paredes, donde ahora solo habita el tiempo. 









































La casa extraña

 

No fue nada fácil acceder al recinto de esta casa, que con el paso de los años se va convirtiendo en una selva tupida de silvas y otras plantas que ocultan varias de las esculturas de piedra que hay por el jardín. Indicios de que merecería la pena entrar.

Hacía muchos años que nadie andaba por allí, las telas de araña estaban por todas partes, así que tuve que recurrir al viejo truco de la escoba circulando por delante mía. 

La distribución de la casa era realmente extraña. Por desgracia ya había sido en gran parte vaciada, pero aun permanecían restos de objetos, cuadros y demás pertenencias que algún día tendrían más sentido que ahora. 

La decadencia era notable en cada rincón, el papel de pared apenas resiste ante el paso del tiempo y la humedad, y la madera de los muebles estaba infestada de polilla.

Como en cada lugar, a medida que lo iba explorando y fotografiando, me inundaban las preguntas de siempre: por qué ha quedado todo así, cuando se han ido, a donde.. una propiedad así vale mucho dinero. Es una pena verlo todo así, pero a la vez me sentía afortunado de ver un lugar que quizás vaya a desaparecer, como pasa con muchos otros.