La mansión de la calavera


Saco a la luz un reportaje que realizamos en navidades de 2019. Lo muestro cuatro años después debido principalmente a su protección, ya que era un lugar vulnerable (como todos lo abandonos) al que muy poca gente había ido, y por lo último que averiguamos, el dueño ya se ha encargado de protegerlo debidamente.

Se trata de una de las mansiones portuguesas que más nos ha llamado la atención por esas fechas. Lo que nos encontramos nunca antes lo habíamos visto por redes, como últimamente suele pasar. Sabemos que Portugal esconde un montón de abandonos que todavía conservan mucha historia dentro. Muchas veces en estado decadente, como esta quinta, y otras veces en casi perfecto estado.

Lo bonito es ver que solo el paso del tiempo ha degradado todo lo que se ve, sin ningún acto de vandalismo o de rastro de persona humana.

Esta quinta portuguesa se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX. En ella vivió una importante familia de la época, hijos de vizcondes de la región. El cabeza de familia destaca por ser autor de numerosos libros y piezas de teatro, las cuales algunas fueron representadas en importantes teatros nacionales.

La casa es bien grande, por eso la he catalogado como mansión. Tiene dos pisos de vivienda pero con una extensión enorme, capilla, cuadras y demás, con unos dominios de terreno gigantes, donde los árboles centenarios ya te llaman la atención nada más acercarte.

La aventura de entrar no fue nada fácil. Un balcón con puertas y contras abiertas era la única entrada viable posible así que tocó trepar. Una vez dentro confirmamos la grandeza del lugar. Todo mobiliario de otra época, con lujos al alcance de pocas familias y detalles de lo más sorprendentes. Tenía piezas de museo en vitrinas las cuales ya estaban llenas de moho. La humedad era super intensa y el moho proliferaba por todos lados en aquellos muebles llenos de detalles. La madera podrida peligraba transitar por aquellos oscuros pasillos. Una zona del tejado de la casa ya se había venido abajo y por consiguiente toda la zona aledaña estaba casi intransitable.

Una de las zonas que más nos llamó la atención es su enorme escalera de madera, cubierta por un plástico hace ya mucho tiempo para su protección contra las goteras y humedades que ya son inevitables en este lugar. Por lo poco que se podía apreciar, debía ser imponente. En general toda la casa en su esplendor debía ser imponente.

Una calavera humana en una de las habitaciones fue la guinda de esta exploración. Por lo que indagamos, uno de los herederos de este lugar fue también médico especialista, el cual guardaba varios aparatos antiguos de medicina en diversos maletines que escondía en el desván.

Otro lugar más para hacer volar la imaginación en su época de esplendor y pensar como sería todo aquello retrocediendo cien años atrás. Nos invaden las preguntas de siempre; por qué, cómo y cuando ha quedado todo así, a merced del paso del tiempo.

                        















































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