La casa de la zona secreta

 

Esta antigua casona del año 1880 sigue conservando su espectacular entrada de piedra con un escudo heráldico el cual nos indica su alta posición por aquellos tiempos.  Ahora es custodiada por vacas y cierres electrocutados que nos jugaron alguna mala pasada.

La casa está totalmente abierta e increíblemente se conserva casi todo dentro. Su mobiliario, sus cortinas, mucha vajilla y hasta objetos personales de sus últimos habitantes como la ropa, cuadros y cartas del siglo pasado.

Como cada abandono que exploramos es un misterio ir averiguando datos del lugar y rincones que sabes que hace muchos años que nadie pasa por allí.

En esta casa nos pasó de salir sin poder ver un espacio de la casa que estaba cerrado el cual pensamos que sería solo una habitación sin más. Pero después contrastando la exploración con la fachada de la casa comprobé que ese espacio inexplorado era más grande de lo pensado. Así que al cavo de unas semanas en ruta volvimos para probar a abrir con algunas llaves que se encontraban por allí tiradas. Bingo! a la tercera llave nos abrió la puerta y averiguamos que era la mejor parte de la casa. Se trataba de un salón lleno de libros muy curiosos y dos habitaciones más, las cuales llevaban sin abrirse mogollón de tiempo y el olor era insoportable, pero con su estilo bien retro y decadente merecían ser fotografiadas.




























La casa de la galería azul

 

Nos colamos en esta casa abandonada cruzando un sendero lleno de silvas que conducían a una puerta trasera totalmente abierta. Una vez dentro, nos dimos cuenta de que tenía otros accesos más fáciles, suele pasar...

La distribución de la vivienda era de lo más rara, tenía demasiadas habitaciones. Después de verla toda e indagar en algunos carteles que tenía, quizás la casa fuera de uso religioso de acogida. La habitación principal tenía un cartel bien grande que ponía "Deus precisa de ti", sospechoso. 

La zona de comedor era muy bonita, tenía un techo con muchos detalles haciendo referencia a diferentes animales de exquisito sabor en la cocina. Pero la parte que más nos gustó de esta casa fue entrar en su preciosa galería. Pintada de un azul cielo, penetrando las hiedras y con el sol allí pegando era de lo más fotogénica. Para sentarte y reflexionar donde solo habita el tiempo.