Templo en ruinas


Este fue uno de los primeros tres conventos de la Orden de los Frailes Menores que se construyeron en el país luso, datado de finales del siglo XIV.

Sufrió varias ampliaciones y reconstrucciones durante su existencia. Ya en el siglo XVIII fue abandonado durante muchos años, quizás por su ubicación de difícil acceso, en lo alto de una montaña. En aquella época aun conservaba estatuas de piedra que rápidamente fueron saqueadas.. Ya en la época moderna, hace treinta años fue comprado con la intención y esperanza de ser rehabilitado, pero finalmente fue malvendido y nunca se llegó a actuar en el.

Este es un lugar diferente, cargado de magia, invadido totalmente por la naturaleza, en donde cada piedra sostiene pedazos de historia, mucha más historia que otros abandonos más modernos y perfectamente conservados. 
























El colegio siniestro


Nos adentramos esta vez en un antiguo colegio de una orden religiosa presente en todo el planeta. Fueron los primeros centros de enseñanza de la época, en donde no solo se impartían clases a niños y niñas si no que también era centro de reunión para solventar problemas y acoger a personas sin recursos.

El edificio tiene su historia, fue construido a finales del siglo XIX y funcionó durante casi noventa años, hasta que la orden religiosa se trasladó a otro centro más moderno. Desde los años ochenta lleva cerrado y en total abandono.

Son demasiados años sin mantenimiento y la estructura de madera cedió en muchas zonas. La escalera principal de acceso a sus tres pisos es más que peligrosa, al igual que muchos de sus suelos. Hay pasillos en los que tienes el paso cortado porque el suelo se ha venido abajo y tramos en los que es mejor no pasar. La seguridad es lo primero siempre. Además, el peligro aumenta al estar todo en completa oscuridad, ya que sus ventanas están tapiadas y apenas entra luz en algunas zonas.

Lo más destacable quizás sea su iglesia, de la que ya no queda nada, ya que el techo se ha venido abajo. Solo resiste la zona del altar, que ni altar ni retablo tiene, solo una triste y vacía pared gris. Si seguimos recorriendo su oscuro y extraño interior, nos encontramos con las diferentes aulas, muchas vacías y otras llenas de muebles apilados, en donde se encuentran cunas y utensilios bastante extraños. Baños llenos de humedades, cocinas putrefactas y una inesperada sala funeraria. No le encontramos mucho el sentido.

Además de estar todo oscuro, se nos hizo noche allí dentro, por lo que las fotos son la mayoría con flash y el enfoque no es el mejor..

La experiencia en este tétrico lugar fue algo inquietante a la vez que emocionante. Desde luego no recomiendo ir solo por esos pasillos, ideales para los buscadores de psicofonías extrañas. Quien sabe las historias que guardan, uno allí se imagina de todo.