El antiguo asilo


Finalizo el año mostrando un lugar cargado de historia. Un antiguo asilo que funcionó como colegio religioso, el cual oculta en sus entrañas un sorprendente resto de su pasado. Un sótano más grande de lo que parecía guarda sus antiguos pupitres y quien sabe si algo más. La vibra que tuve ahí abajo la cuento después. Antes va un poco de su historia.

Este emblemático edificio comenzó a ser construido en 1910 como un asilo para la infancia desvalida. No fue hasta 1928 que fue inaugurado y de el se ocupó la Congregación de las Hermanas Franciscanas Hospitalarias de la Inmaculada Concepción (tela con el nombre, suena añejo). Esta orden religiosa permaneció en el inmueble hasta 1974 con la designación de "Colegio Portugués"

Pasados los años el edificio funcionó con fines diversos; Liceo, casa de la cultura, escuela de secundaria, biblioteca municipal y hasta 2016 escuela de enseño superior. Recuerdo perfectamente ir de exploración en esa fecha por esta localidad y ver activo el edifico, con los alumnos salir de las aulas.

Pues bien, desde principios de 2017 el edificio permanece cerrado y en completo abandono. El tránsito que tenían sus pasillos se ha convertido en el sonido del viento y el volar de las palomas, que anidaban allí desde muchos años. En el último piso, entrando en la azotea, recuerdo caminar por la capa más gruesa en mi vida de cagadas de paloma, no había rincón sin su cobertura de plumas y excrementos, el olor era horrible pero esas fotos merecieron la pena.

Sus antiguos ventanales de madera se van pudriendo lentamente y el tejado ya no resiste las filtraciones de agua. Es una verdadera lástima dejar morir así un edificio tan bonito como este.

Este lugar, como religioso que fue, alberga una bonita capilla. Por sus vidrieras entra una luz especial de colores azules y rosados que también hace un escenario muy fotogénico.

Ya a punto de irnos, encontramos unas escaleras que conducían al sótano del edificio. A simple vista parecían unas mesas y sillas apiladas, pero a medida que íbamos avanzando, el sótano era más y más grande y lo que encontramos fue toda una sorpresa. Había salas llenas de los antiguos pupitres, apilados unos con los otros junto con algún artilugio de la época y restos de confesionarios de la iglesia. Eran pupitres pequeños de madera, que por lo menos debían tener cincuenta años ahí guardados, en plena oscuridad.

Nos preguntamos si el uso que tenía ahora ese sótano abandonado tendría otros fines en aquella época de enseñanza, tan diferente a la de ahora. Algunas salas tenían algo de ventilación a través de unas rejas que daban directamente a ras de suelo con el exterior. Había algún pupitre colocado dispuesto a utilizarse para algún niño, quien sabe en que condiciones.

La verdad que estoy acostumbrado a encontrarme con lugares que dan mala espina pero no suelen trasmitirme malas sensaciones. Recorriendo estos sótanos si que noté una mala energía, que quizás vino dada a estar imaginando escenas macabras que se podían haber producido hace muchos años, donde repito que la enseñanza y la vida ha cambiado mucho.

Sin más dilación, os muestro el reportaje que hice dentro de este bonito edificio abandonado cargado de historia.








































 


La mansión de la calavera


Saco a la luz un reportaje que realizamos en navidades de 2019. Lo muestro cuatro años después debido principalmente a su protección, ya que era un lugar vulnerable (como todos lo abandonos) al que muy poca gente había ido, y por lo último que averiguamos, el dueño ya se ha encargado de protegerlo debidamente.

Se trata de una de las mansiones portuguesas que más nos ha llamado la atención por esas fechas. Lo que nos encontramos nunca antes lo habíamos visto por redes, como últimamente suele pasar. Sabemos que Portugal esconde un montón de abandonos que todavía conservan mucha historia dentro. Muchas veces en estado decadente, como esta quinta, y otras veces en casi perfecto estado.

Lo bonito es ver que solo el paso del tiempo ha degradado todo lo que se ve, sin ningún acto de vandalismo o de rastro de persona humana.

Esta quinta portuguesa se remonta a finales del siglo XIX y principios del XX. En ella vivió una importante familia de la época, hijos de vizcondes de la región. El cabeza de familia destaca por ser autor de numerosos libros y piezas de teatro, las cuales algunas fueron representadas en importantes teatros nacionales.

La casa es bien grande, por eso la he catalogado como mansión. Tiene dos pisos de vivienda pero con una extensión enorme, capilla, cuadras y demás, con unos dominios de terreno gigantes, donde los árboles centenarios ya te llaman la atención nada más acercarte.

La aventura de entrar no fue nada fácil. Un balcón con puertas y contras abiertas era la única entrada viable posible así que tocó trepar. Una vez dentro confirmamos la grandeza del lugar. Todo mobiliario de otra época, con lujos al alcance de pocas familias y detalles de lo más sorprendentes. Tenía piezas de museo en vitrinas las cuales ya estaban llenas de moho. La humedad era super intensa y el moho proliferaba por todos lados en aquellos muebles llenos de detalles. La madera podrida peligraba transitar por aquellos oscuros pasillos. Una zona del tejado de la casa ya se había venido abajo y por consiguiente toda la zona aledaña estaba casi intransitable.

Una de las zonas que más nos llamó la atención es su enorme escalera de madera, cubierta por un plástico hace ya mucho tiempo para su protección contra las goteras y humedades que ya son inevitables en este lugar. Por lo poco que se podía apreciar, debía ser imponente. En general toda la casa en su esplendor debía ser imponente.

Una calavera humana en una de las habitaciones fue la guinda de esta exploración. Por lo que indagamos, uno de los herederos de este lugar fue también médico especialista, el cual guardaba varios aparatos antiguos de medicina en diversos maletines que escondía en el desván.

Otro lugar más para hacer volar la imaginación en su época de esplendor y pensar como sería todo aquello retrocediendo cien años atrás. Nos invaden las preguntas de siempre; por qué, cómo y cuando ha quedado todo así, a merced del paso del tiempo.