La piscina selvática

 

En esta afición, en donde menos te lo esperas, te encuentras con algo sorprendente. Tras acceder al jardín trasero de una vivienda en la que parece no haber pisado nadie en mucho tiempo, se encuentra la puerta de entrada a una jungla particular.

Se trata de una piscina cubierta abandonada, totalmente invadida por la vegetación. La subida de temperatura y humedad allí dentro era una locura, por lo que esta exploración resultó realmente incómoda a la vez que sorprendente por todo su aspecto. Lo curioso de este lugar es la cantidad de plantas que había, muchas de ellas tropicales, que con el microclima tan favorable han invadido suelos y paredes. 

Un lugar fotogénico que inspira a la imaginación, en donde el verde se apodera de todo.















La casa anónima

 

Esta es otra casa anónima del rural en la que hemos podido acceder. Para mi gusto, son de las mejores exploraciones, lugares remotos vírgenes de exploradores o robos. Siempre con la sorpresa de lo que en ella alberga tras tantos años de abandono.

En concreto se podría decir que lleva abandonada desde 2006. Ver la fecha en algún calendario, papel o producto suele se la pista más fiable para conocer el último año en ser habitada. En este tipo de casas apenas se pueden encontrar referencias, por lo que la información suele quedar en el incognito. Lo que si se aprecia es que sus propietarios/herederos/fallecidos la tienen en máximo abandono. Año tras año tristemente se va deteriorando hasta filtrar agua por el tejado, luego el proceso se acelera.

 




















La villa de la escalinata

 

Por tierras norteñas merecen un reconocimiento la cantidad de casas y chalets de estilos distinguidos, muchos de ellos en triste estado de abandono. Lugares que, para unos más que otros, llaman la atención al volante.

Os presento una de estas casas singulares, de la que forma parte del patrimonio de la localidad.

Una villa de estilo neoclásico que data de finales del siglo XIX, concretamente del año 1865. Fue proyectada como sanatorio por un afamado doctor que posteriormente ejerció como alcalde. Entre otras, se decía que el doctor era un experto en la curación de la epilepsia administrando un tratamiento especial y propio a sus pacientes (leche entera Dia no es, guiño a quienes estuvieran por allí) 

En 1933 el sanatorio fue convertido en vivienda particular del doctor. En la que destaca su torre de cubierta plana con azotea y balaustrada. Leí que desde este torreón, se izó la bandera republicana, que por aquel entonces representaba al estado español.

Tras más de treinta años de abandono, el lugar resiste como puede ante el paso de los años, sin vida pero cargado de historia. Parte de la vivienda ya se ha desplomado y la parte que resiste, va peligrando cada vez más. 
Frente a la casa, al otro lado de la carretera y también en ruinas está la antigua casa y molino del servicio.
La vivienda tenía un bonito patio interior, rodeado de galerías en las que ahora se adueña la naturaleza.


Ya no existe escalera para acceder al primer piso, por lo que llegar a la zona del torreón es toda una odisea.
Es increíble que a pesar de que el lugar esté destartalado y contando sus últimos años de vida, aun se pueda apreciar lo bonitas que eran sus estancias. Una bonita luz entraba por las vidrieras de colores iluminando la escalera de caracol que da acceso a sus tres pisos. 
Como en cada lugar al que visitamos, quisiéramos retroceder en el tiempo para verlo habitado, en su mejor estado y apreciar la vida de aquella época.