Me parece increíble que sigan apareciendo lugares tan intactos cerca de la civilización, en una sociedad tan aprovechada como en la que vivimos. Unos simples muros separan de la calle esta nave de fabricación de pinturas que ha quedado parada en el tiempo desde su cierre hace diez años.
Este lugar juega con la decadencia del paso del tiempo y la reacción química y física de lo que tiene. Humedades por sus paredes, repisas dobladas como papel, pinturas solidificadas, óxido en las latas y reacciones químicas extrañas en muchos de los materiales tras tanto tiempo sin uso.
Ante tanta variedad de productos químicos pasadísimos os podéis imaginar el intenso olor que había en muchas de las salas, cerradas y sin ventilación. Por allí había mascarillas antiguas que estuvimos a punto de usar.
Lo interesante de este lugar es que además de maquinaria y pintura en todos sus formatos, también conserva todo el material de oficina y documentación de la fábrica. Tubo sus años gloriosos de producción, premiada con diferentes diplomas colgados en la pared. Pero el final llegó con la competencia con otras marcas y su inminente traslado.
Este es otro triste ejemplo de patrimonio industrial muriendo lentamente, sin esperanza de futuro.