Fábrica de pinturas

 

Me parece increíble que sigan apareciendo lugares tan intactos cerca de la civilización, en una sociedad tan aprovechada como en la que vivimos. Unos simples muros separan de la calle esta nave de fabricación de pinturas que ha quedado parada en el tiempo desde su cierre hace diez años.

Este lugar juega con la decadencia del paso del tiempo y la reacción química y física de lo que tiene.  Humedades por sus paredes, repisas dobladas como papel, pinturas solidificadas, óxido en las latas y reacciones químicas extrañas en muchos de los materiales tras tanto tiempo sin uso.

Ante tanta variedad de productos químicos pasadísimos os podéis imaginar el intenso olor que había en muchas de las salas, cerradas y sin ventilación. Por allí había mascarillas antiguas que estuvimos a punto de usar. 

Lo interesante de este lugar es que además de maquinaria y pintura en todos sus formatos, también conserva todo el material de oficina y documentación de la fábrica. Tubo sus años gloriosos de producción, premiada con diferentes diplomas colgados en la pared. Pero el final llegó con la competencia con otras marcas y su inminente traslado.

Este es otro triste ejemplo de patrimonio industrial muriendo lentamente, sin esperanza de futuro.






































Vuelta a la universidad


Volvemos a una mítica localización del mundo de los abandonos gallegos. 

La visitamos por primera vez en 2015, después en 2018 y ahora en 2024, nueve años después desde aquella primera vez. Los años pasan y todo sigue si cabe más abandonado, con partes de la estructura ya muy debilitadas se notan las diferencias con respecto a otros años y os lo voy a mostrar con este reportaje.

Se trata de un antiguo colegio religioso que posteriormente pasó a ser universidad.

Con la llegada de la guerra civil, el gobierno militar convirtió la universidad en un campo de concentración de prisioneros políticos y combatientes del ejército republicano, llegando a albergar a cerca de 3.000 presos. Al finalizar la guerra, el recinto volvió a ejercer de colegio religioso, pasando unos años difíciles, apenas sin recursos y con un temeroso pasado el complejo cayo en la decadencia a principios de los ochenta.

Con esta tremenda historia visitar este lugar es siempre algo emocionante. El inevitable paso del tiempo afecta cada año a su estructura y muchas zonas ya han sido derrumbadas, como el tejado del teatro o una parte de su preciosa galería de madera que bordea todo el patio interior, que siempre lo recuerdo una selva de zarzas. 

En la primera visita recuerdo una estatua de una virgen en el medio del patio, que ya ha desaparecido con respecto a la segunda visita que hice. También la estructura del teatro, de la que ya solo queda una columna. Antes tenía algo de mobiliario, algunos pupitres y más cuadernos que poco a poco han ido misteriosamente desapareciendo.. 

Son más de cuarenta años de abandono y parece que todo sigue en el mismo plan, una absoluta pena que nadie haga nada por recuperar este lugar con tanta historia. Si las paredes hablaran, aquí tendrían muucho que contar.