Es increíble la historia que esconde Portugal en sus innumerables palacetes, villas, quintas y casas con un pasado señorial. Una historia que es narrada por los libros y la gente que vivió en aquella época, pasando de generación en generación y que nosotros sentimos cuando estamos dentro de uno de estos lugares con tanto pasado. Esa sensación de vivir el presente y sentir el pasado es lo que verdaderamente te llevas y te motiva a seguir explorando lugares abandonados.
En esta villa, su fachada de tres pisos ya imponía desde la carretera. Está totalmente descuidada y a merced del paso del tiempo, albergando salones increíbles como el que os muestro con entusiasmo. Con unos techos enormes de madera con logrados acabados y molduras, frescos de paisajes en sus cuatro paredes y un mobiliario de madera de la época. Cada rincón tenía sus detalles y era bonito de fotografiar.
Los azulejos típicos portugueses no podían faltar. Decoraban el pasillo de entrada principal y los cuartos de baño.
Sin más dilación os muestro el reportaje que pude hacer de la casa, con poca luz y mucho calor en aquella tarde de primavera. A pesar de ello, la sensación fascinante de estar en esos salones es difícil de olvidar, ojala trasmitíroslo con las fotos. El lugar bien lo merece.